El Banco Central Europeo está sopesando también la posibilidad de emitir una moneda digital propia como complemento al efectivo, con vistas a un posible lanzamiento en 2025-2026.
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La economía mundial deberá seguir afrontando importantes desafíos en 2023, teniendo en cuenta las dinámicas disruptivas que siguen presentes en el escenario. Con la incógnita del desempeño de la economía china y de la evolución del conflicto en Ucrania, las claves serán minimizar los daños en el mercado de trabajo del endurecimiento monetario y mantener aislado del ruido al canal financiero.
El pasado noviembre la Comisión Europea presentó una propuesta para reformar las reglas fiscales de cara a su reimplementación en 2024. La propuesta no modifica los objetivos de deuda y déficit del 60% y 3% (se encuentran en los tratados de la UE y es poco factible cambiarlos), sino que los fija como referencias de medio plazo y se centra en reformar el sistema para conducirnos hacia estos objetivos.
Hasta no hace mucho, los mercados financieros parecían digerir sin mucha pesadez la contundente dosis de endurecimiento monetario que han puesto en marcha los bancos centrales para controlar la inflación. Sin embargo, con los tipos de interés adentrándose cada vez más en terreno restrictivo, es decir, en niveles que deberían enfriar la economía, aumenta el riesgo de eventos de estrés y turbulencias financieras.
La inflación de la eurozona ha estado disminuyendo de forma sostenida por una razón clara: la distensión de la energía. Ahora la duda es si seguirá cayendo con fuerza hacia el 2% o si encontrará nuevos escollos que le dificulten seguir suavizándose.
El inicio del nuevo curso económico viene marcado por la sensación de que podemos estar afrontando un punto de inflexión en el comportamiento de la economía.
Tras un desempeño mejor de lo esperado en el 1S 2023, la actividad mundial ha sufrido un enfriamiento a lo largo del 3T, fruto de dinámicas dispares entre las grandes economías. En este artículo repasamos las perspectivas del entorno económico internacional.
En este segundo artículo dedicado a la globalización, analizamos la creciente fragmentación de la economía mundial en los últimos tiempos, centrándonos en la desconexión entre EE. UU. y China, y en sus efectos.
El repunte de las rentabilidades de la deuda a escala global ha vuelto a poner la situación fiscal en el foco. El caso de Europa reviste un interés especial, ya que en 2024 las reglas fiscales se volverán a activar, tras suspenderse desde 2019 por la pandemia y el inicio de la guerra en Ucrania. ¿Qué plantea el nuevo marco fiscal? El plan propuesto, ¿es más o menos estricto que el vigente?
Tras la experiencia de los últimos años, ya sabemos cómo el riesgo político puede alterar el comportamiento de hipótesis clave en los escenarios de previsión económica.
Después de un mes de septiembre cargado de anuncios, la siguiente reunión del BCE (el 24 de octubre) será de transición, al menos en un sentido: el 31 de octubre de 2019 se pondrá fin al mandato de Mario Draghi, el presidente más carismático de la historia de la institución.
El nuevo foco de preocupación del ya complejo escenario económico global es la salud de las finanzas públicas. En el caso de España, las dos palancas para que la deuda pública siga descendiendo son el déficit público y el crecimiento económico.
La crisis financiera de 2008 y las recientes olas migratorias son dos de los factores coyunturales que han favorecido el aumento de la polarización política en Europa. La incidencia de la primera se estima más relevante que la segunda. Las políticas de cohesión social podrían explicar que la influencia de la inmigración en la polarización sea menor.
Han transcurrido ya casi cinco años desde los históricos acuerdos para financiar el mayor programa conjunto de estímulo económico de la UE. Los fondos Next Generation EU (NGEU) se diseñaron con el doble objetivo de contribuir a superar, a corto plazo, los efectos adversos de la pandemia de COVID-19 y, a medio plazo, a apoyar la transformación estructural de la economía europea. Repasamos aquí lo conseguido hasta el momento y lo que queda pendiente.
A diferencia del seguimiento sobre el cumplimiento de los hitos y objetivos de los PRR, la evaluación de dónde estamos en su implementación se complica cuando tratamos de cuantificar su efecto macroeconómico y su capacidad transformadora sobre la economía europea. Esto cobra mayor relevancia ante los desafíos que plantea el cada vez más complejo escenario geopolítico.