Entre finales de septiembre y finales de febrero, el dólar estadounidense se depreció un 6% en términos nominales efectivos y un 10% frente al euro, cotizando cerca del 1,07, un nivel no visto desde hace casi un año. Exploramos a qué se debe este cambio de tendencia y si tendrá continuidad.
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El enésimo cambio de narrativa económica de los últimos meses, esta vez pasando del soft landing al no landing, parece jugar a favor de la intención de los bancos centrales de mantener el curso, seguir subiendo tipos y, una vez se alcance el pico, permanecer en terreno restrictivo durante más tiempo del esperado.
La evolución de la economía apunta a un cambio de fase: el inicio de una distensión de la política monetaria a nivel mundial.
La Fed ha recortado los tipos de interés en 2019 por primera vez en 11 años. Sin embargo, apenas ha rebajado sus perspectivas de crecimiento para EE. UU. y ha justificado el recorte con la debilidad de la inflación y la persistencia de riesgos. ¿Es posible que la Fed haya cambiado su función de reacción?
El mercado ha experimentado su tercer gran movimiento en lo que llevamos de año en marzo. Si enero estuvo marcado por la desaceleración de la inflación y un renovado apetito por el riesgo, revertido en febrero por la resiliencia del ciclo y los precios, en marzo la caída del Silicon Valley Bank en EE. UU. desató un episodio de pánico breve, pero intenso.
En el conjunto de 2022, la balanza comercial de bienes de la eurozona registró un déficit de unos 60.000 millones de euros (–0,5% del PIB vs. +2,3% en 2021), resultado que se debe totalmente a la ampliación del déficit de la balanza de energía, que se duplicó superando los 500.000 millones de euros, casi un 4,5% del PIB.
Durante los años de política monetaria expansiva, la Reserva Federal se embarcó en un programa de compra de activos para inyectar liquidez y estimular la economía que llegó a alcanzar el 35% del PIB de los Estados Unidos a mediados de 2022. La crisis inflacionista requirió una política monetaria restrictiva, que incluyó la reducción del balance del banco central para retirar liquidez del sistema financiero. En 2025, la Fed anunció una desaceleración del ritmo de reducción de su balance a partir del mes de abril.
CaixaBank Research prevé un crecimiento del 1,4% para 2024, pero empezamos el año señalando los riesgos al alza. Los buenos datos de crecimiento del 4T 2023 y la mejora de las perspectivas de consumo de los hogares nos llevarán a revisar el crecimiento y situarlo cerca del 2,0%.
Los mercados financieros registraron una estabilización generalizada a lo largo de abril, a medida que el radar de los inversores dejaba atrás el episodio de turbulencia financiera de marzo y se redirigía hacia las perspectivas de crecimiento e inflación, con la publicación de los datos del PIB del 1T 2023 y de la temporada de resultados empresariales.
La economía española deberá seguir sorteando un entorno internacional adverso y complejo. Pero de momento ha empezado el año con buen pie.
Hasta no hace mucho, los mercados financieros parecían digerir sin mucha pesadez la contundente dosis de endurecimiento monetario que han puesto en marcha los bancos centrales para controlar la inflación. Sin embargo, con los tipos de interés adentrándose cada vez más en terreno restrictivo, es decir, en niveles que deberían enfriar la economía, aumenta el riesgo de eventos de estrés y turbulencias financieras.
Desde la última actualización del escenario macroeconómico, en junio de este año, incorporamos la nueva información disponible y volvemos a examinar los principales factores que dominan el escenario.
Los vientos de cola que suponen los últimos datos de la inflación y unos mercados laborales sólidos coexisten con una pérdida natural de impulso cíclico y, especialmente, con un entorno de elevados riesgos geopolíticos, una combinación que marcará la velocidad del escenario en los próximos trimestres.
Han pasado prácticamente cuatro meses desde nuestra última actualización del escenario macroeconómico. Durante estos meses, la economía española ha mostrado un tono más resiliente de lo que se esperaba. Asimismo, se ha confirmado la práctica, aunque no completa, normalización del precio del gas natural y ya vemos cerca el techo de los tipos de interés de referencia. Ante todos estos cambios, hemos actualizado nuestro escenario de previsiones macro.
Examinamos las dinámicas y los factores que nos han llevado a reevaluar las perspectivas para la economía internacional y los mercados financieros.
Si en diciembre de 2022 nuestra previsión de crecimiento del PIB para 2023 era del 1%, finalmente la economía española ha logrado crecer un notable 2,5%, a pesar de la incertidumbre geopolítica, una inflación todavía elevada pese a su descenso en los últimos meses y el alza de los tipos de interés.
El sector exterior español ha mostrado muy buenos resultados y una destacable resiliencia a varios eventos económicos adversos en la última década. ¿Mantendrá la competitividad en el contexto inflacionista actual?
El rally primaveral se atenúa por las señales de persistencia en las presiones inflacionistas y por el endurecimiento del tono hawkish por parte de los principales bancos centrales, bajo un mantra de «tipos más elevados por más tiempo».
La economía mundial cerró el primer semestre de 2023 con tres grandes dinámicas: la actividad económica se mantuvo resiliente, la inflación se vino reduciendo sostenidamente en todas las grandes economías y las condiciones financieras siguieron endureciéndose.