Francia: pendiente de la política económica

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12 de mayo de 2014

La recuperación de la eurozona está siendo liderada prácticamente en solitario por la economía alemana. Francia, la otra gran potencia europea, se ha quedado claramente rezagada y su capacidad de crecimiento ofrece muchas dudas. En el presente artículo se analizan brevemente los motivos de fondo, así como el efecto que puedan tener las medidas previstas por el nuevo ejecutivo liderado por Manuel Valls para relanzar la economía.

Durante la última década, la demanda interna ha impulsado el crecimiento del PIB francés. Durante la expansión de 2000-2007, el PIB creció a una tasa anual promedio del 2,1%, aumentando la demanda interna al 2,4%. Durante la recesión, la demanda interna se desplomó, mientras que la aportación de la demanda externa al crecimiento se mantuvo prácticamente constante. En los últimos años, de nuevo ha sido la demanda interna la que ha retomado más impulso.

Si analizamos la evolución de los distintos componentes que integran la demanda interna, observamos que su crecimiento hasta antes de la crisis estaba basado, sobre todo, en el consumo privado y que su caída entre los años 2008-2010 explica el menor pulso que tuvo la economía. Asimismo, es interesante observar que el consumo público se ha mantenido constante durante todo el periodo y que está siendo el gran protagonista de la incipiente recuperación.

Sin embargo, el apoyo que dichos factores pueden ofrecer a corto y medio plazo parece bastante limitado. La deuda pública se encuentra en el 93,5% del PIB, lo que ha obligado al primer ministro Manuel Valls a poner el acento de su política económica en la disciplina fiscal. Por otro lado, el consumo privado no podrá contar ni con amplios avances del crédito, que ya se encuentra en el 120% del PIB, ni con grandes alzas de los salarios.

¿Puede la capacidad exportadora francesa tomar el relevo? Los indicadores de competitividad no son muy halagüeños en este sentido. El valor añadido por hora trabajada respecto a los países de la eurozona ha seguido una tendencia negativa en los últimos años. La misma tendencia que se observa en el índice de competitividad global del World Economic Forum. Por ejemplo, en 2006, Francia ocupaba la 15ª posición en el ranking y en 2013 había bajado hasta la 23ª. El Gobierno francés parece consciente de la necesidad de dar la vuelta a esta situación: el «pacto de responsabilidad», anunciado por el Presidente F. Hollande, incluye la reducción de impuestos a las empresas y cierta desregulación de la economía. Estas buenas intenciones, todavía poco concretadas, hacen difícil valorar si Francia finalmente está llevando a cabo el giro que tanto requiere su economía. La dirección, sin embargo, parece la adecuada.

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