Radiografía de la empleabilidad de la fuerza laboral en España

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8 de diciembre de 2015

La capacidad de los individuos para conseguir un empleo y progresar profesionalmente, es decir, su empleabilidad, será determinante en el proceso de reducción de la elevada tasa de paro española, que se situó en el 21,2% en el 3T 2015. Este Focus analiza la empleabilidad de la fuerza laboral española con el fin de detectar las principales áreas de mejora.

Un factor clave para aumentar la probabilidad de que las nuevas incorporaciones al mercado de trabajo encuentren un empleo es que su formación se adecue a lo que demanda el mercado. En este sentido, sería deseable que los grados universitarios que recibieran un mayor volumen de matriculados fueran los que presentan una menor tasa de paro. Sin embargo, los datos más recientes, correspondientes al curso 2014-2015, muestran que esto no es así: casi el 30% de las matriculaciones se concentraron en las titulaciones del tercil más alto de la tasa de paro, como la arquitectura o el arte. En cambio, licenciaturas con escaso desempleo, como las ciencias matemáticas o las estadísticas, recibieron menos del 1% de las inscripciones (véase el primer gráfico). Por tanto, parece que una mejor coordinación entre la oferta de plazas educativas y la demanda de trabajo podría ayudar a aumentar la empleabilidad de los individuos que entran en el mercado.

Otro factor fundamental que determina la empleabilidad es que la formación recibida permita desarrollar las habilidades necesarias para ejercer un determinado puesto de trabajo. Según datos de 2015 de la OCDE, un 41% de los adultos con estudios superiores obtuvieron un resultado bajo en el test de habilidades profesionales, frente al 27% del promedio de la OCDE (véase el segundo gráfico). Por tanto, el nivel de conocimientos de la población adulta parece limitado, incluso para los diplomados de tercer gra­­do, lo cual exige una revisión obligada de los programas impartidos.1

La situación se vuelve aún más preocupante si se tiene en cuenta que, en los últimos años, la población se ha polarizado en dos grupos, los que no finalizaron los estudios de grado medio y los graduados superiores, dejando un déficit de oferta importante en el segmento educativo medio. Esta distribución bipolar de niveles educativos contrasta con lo que se observa en otros países. Así, en el 2T 2015, mientras que solo el 22% de los individuos españoles en­­tre 25 y 64 años tenía estudios medios, en Alemania alcanzaba el 59%. En cambio, un 43% de la población española en esta franja de edad tiene un nivel educativo inferior, frente al 13% de la alemana.

El bajo porcentaje de individuos con estudios medios en España es resultado de la elevada tasa de abandono escolar y de la baja utilización del sistema de formación profesional (FP). Por un lado, el porcentaje de ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) sigue siendo muy elevado en España (del 27% frente al 15% del promedio de la OCDE). Por otro lado, el peso de la FP es reducido y, por consiguiente, también lo es el de la población con competencias específicas. En este sentido, la reforma de la FP de 2011 (Real Decreto 1147/2011) dio algunos pasos en la buena dirección, ya que facilita, por ejemplo, la transición desde la educación secundaria de orientación académica (ESO) hacia la FP, lo que debería contribuir a reducir el fracaso escolar. Sin embargo, la FP de grado medio sigue teniendo problemas de desajuste con la demanda laboral, en gran parte por la escasa colaboración con las empresas en el diseño de los programas. En definitiva, poner el foco en las políticas que ayuden a incrementar la empleabilidad de la fuerza laboral será crucial para reducir el elevado paro.

1. Véase García Perea, P. y Molinas, C. (2015), «Acabar con el paro ¿queremos? ¿podremos?», Fundación de Estudios Financieros.

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