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El sector oleícola, con una arraigada tradición en nuestro país, es uno de los más relevantes del sector agrario español y juega un papel fundamental desde el punto de vista económico, medioambiental, cultural y gastronómico. Además de ser fuente de rentas y empleo en muchas zonas rurales, contribuye a la cohesión territorial y social y a la lucha contra la despoblación, la erosión del suelo y el cambio climático.
La pandemia ha puesto de manifiesto el carácter estratégico del sector agroalimentario al desempeñar una actividad esencial para el abastecimiento de alimentos a la población. Así, el sector ha sido uno de los menos afectados por la crisis: el peso del sector primario sobre el total de la economía aumentó y la industria agroalimentaria sufrió un retroceso mucho más suave que el conjunto de la industria manufacturera en el 2T 2020. De manera similar, la evolución del mercado laboral ha sido relativamente favorable y ha registrado una menor destrucción de empleo y una menor proporción de trabajadores afectados por ERTE.
El pasado julio se cristalizó la respuesta económica europea a la crisis de la COVID-19: el Consejo Europeo aprobó el Plan de Recuperación Europeo, el llamado NGEU, a través del cual la Unión Europea otorgará hasta 750.000 millones de euros a sus Estados miembros para impulsar la recuperación de la economía tras el shock de la pandemia. Se trata de un acuerdo sin precedentes, que podría tener un impacto considerable sobre el sector inmobiliario europeo, ya que uno de los objetivos principales de la UE, al que este Plan de Recuperación pretende contribuir significativamente, consiste en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% en 2030 respecto a los niveles de 1990. Está claro que la renovación del parque de edificios europeo, donde se realiza un 40% del consumo energético del continente, será clave para lograr este objetivo climático.
El sector agroalimentario español sigue mostrando una notable fortaleza y se ha consolidado como principal motor exportador del país, gracias a una coyuntura favorecida por un aumento de precios contenido y la recuperación de la demanda. España se posiciona como la cuarta potencia exportadora de la UE y la octava a nivel mundial, con una cuota del 3,4%. Además, acumula casi tres décadas de superávits comerciales, equivalentes al 1,2% del PIB en 2024. Pese al complejo entorno internacional, marcado por las tensiones geopolíticas y el proteccionismo, el crecimiento que registraron las exportaciones agroalimentarias en el primer semestre de 2025, tanto en volumen como en valor, auguran un buen año para el sector.
Una de las consecuencias del estallido de la crisis sanitaria por la COVID-19 ha sido la mayor concienciación de la población y, por extensión, de la clase política, sobre la necesidad de introducir criterios de sostenibilidad en las políticas económicas, con el fin de impulsar una reactivación de la economía de forma más sostenible y resiliente. El sector turístico no es ajeno a estas tendencias porque, en primer lugar, su propia actividad se puede ver perjudicada por las consecuencias del cambio climático y, en segundo lugar, existe un amplio margen para que la actividad turística sea más sostenible. Este artículo trata de responder qué entendemos por sostenibilidad en el sector turístico, cómo se puede medir, en qué punto se encuentra el sector turístico español y hacia dónde se dirige.
El mercado inmobiliario es una de las principales correas de transmisión de la política monetaria a la economía real. El endurecimiento de las condiciones financieras se traslada a los tipos de interés hipotecarios y enfría la demanda de vivienda. Dado el notable endurecimiento de la política monetaria en el último año en gran parte de las economías avanzadas, en este artículo documentamos el cambio de tendencia que han experimentado los mercados inmobiliarios internacionales y analizamos la magnitud del ajuste que podría quedar por delante. Este artículo es una versión del artículo homónimo publicado en el IM04/2023.
El sector turístico ha cerrado la temporada de verano de este año en muy buena forma. Las llegadas de turistas internacionales se han acercado mucho a los registros de 2019, un año que fue extremadamente positivo para el sector. Además, el turismo doméstico ha seguido ofreciendo muy buenas cifras. No obstante, el escenario macroeconómico se presenta como un riesgo para la evolución de la actividad turística en los próximos trimestres, debido a la elevada inflación y la ralentización económica en Europa. A pesar de ello, consideramos que la demanda turística aún goza de importantes palancas de crecimiento para el año que viene, con lo que estimamos que completará su recuperación en 2023.